El diálogo entre el gobierno de Javier Milei y la CGT dentro del Consejo de Mayo entró en crisis después de que el ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, decidiera meter mano en el borrador final de la reforma laboral, en su cruzada antisindical pese a las negociaciones previas y logró romper la tregua precaria entre la Casa Rosada y la central obrera. La piedra de la discordia fue la eliminación de la cuota solidaria de los salarios.
Según confiaron a iProfesional altas fuentes gubernamentales y sindicales, hasta el viernes último ambas partes habían acordado mantener la cuota solidaria en los salarios: se trata de un porcentaje que varía entre el 2 y 3% en los salarios de todos los trabajadores, aún los no sindicalizados, que van a las cajas sindicales y son fondos millonarios.
Hasta hace apenas unas horas, en el Consejo de Mayo se respiraba un aire de acuerdo mínimo. Nada para brindar con champagne, pero sí para seguir conversando.
Sin embargo, el representante cegetista Gerardo Martínez (UOCRA) se retiró cuando el Gobierno decidió reinstalar, casi subrepticiamente, la eliminación de la cuota solidaria sindical, la principal caja de financiamiento de los gremios. Una línea en un decreto, miles de millones en juego.
Los líderes de la CGT se enteraron el fin de semana de que el ala dura del Gobierno había ganado la interna y que el artículo sobre las cuotas solidarias volvía al texto oficial. Martínez lo consideró una provocación; optó por no ir al encuentro del Consejo de Mayo este martes y disparó la primera señal de ruptura.
Un jefe gremial lo resumió a iProfesional con la serenidad de quien está a punto de anunciar un paro: "Si no está el texto final, como hasta ahora, el jueves el consejo directivo va a analizar en conjunto los pasos a seguir".
En la Casa Rosada ensayaron otra versión, digna de un guion ya conocido: una fuente oficial aseguró que "el artículo quedará para más adelante" y que el proyecto se enfocará "solo en la generación de empleo". Como si una frase al pasar alcanzara para calmar a la CGT.
Fuentes de la Secretaría de Trabajo, que dirige Julio Cordero, admitieron a media tarde de este martes que "no está el texto por ahora y no hay nada que informar". Hasta hace semanas se manejaban borradores que iban y venían.
Sturzenegger intervino cuando el borrador estaba a punto de entrar a la imprenta política y pidió reabrir la discusión. Su postura fue clara: sin tocar la cuota solidaria, no hay modernización laboral. Patricia Bullrich, senadora electa, fue una de las primeras en respaldarlo desde las sombras del oficialismo. La ex ministra de Seguridad quiere dar media sanción da la reforma laboral antes de fin de diciembre.
En el Gobierno conviven dos almas: quienes quieren "pacificar" a la CGT para evitar sobresaltos en el Congreso y quienes apuestan a una guerra frontal, convencidos de que los gremios nunca apoyarán la reforma. Por ahora, ganó el segundo bando. Por ahora, lograron el objetivo de enardecer los ánimos puertas adentro de la central obrera.
Por eso ahora la CGT calienta motores y el jueves será clave y se prepara un plan de acción en carpeta. La conducción cegetista –Jorge Sola, Octavio Argüello y Cristian Jerónimo– convocó para el jueves a un Consejo Directivo ampliado. En agenda, un eufemismo que ya todos entienden: "analizar un plan de acción". El clima interno es de máxima tensión.
"Ganó Sturzenegger, la voz ideológica antisindical dentro del Gobierno", admitió un alto dirigente cegetista. Aunque, en un rapto de diplomacia, aclaró: "Igual vamos a intentar retomar el diálogo con el sector político del Gobierno". En altas esferas de la CGT no pueden digerir las viejas confrontaciones de la CGT con ese economista liberal ortodoxo que participó de los gobiernos de Fernando De la Rúa y Mauricio Macri.
Ese sector político con el cual dialoga la CGT tiene nombres propios: el asesor de propaganda, Santiago Caputo, el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, y el subsecretario de Gestión Institucional de la Presidencia, Eduardo "Lule" Menem. Los Menem son los intérpretes y manos derecha de Karina Milei en la rosca fina.
Con ellos había avanzado un entendimiento para retirar los artículos que la CGT consideraba "inaceptables". Hasta el fin de semana. Los puntos que desatan el conflicto del proyecto de reforma laboral –todavía en construcción, según la Casa Rosada– incluye, entre otros:
Y, por supuesto, la eliminación o restricción de la cuota solidaria: el corazón del conflicto. La CGT reclama retirarla del texto. Sturzenegger pide dejarla adentro. La política quiere que todo no vuele por el aire antes de llegar al Congreso.
Para graficar la importancia para los gremios, hay que tener en cuenta por ejemplo que los aportes sindicales obligatorios en Argentina generan un flujo anual de u$s685 millones para los 10 gremios más grandes, según un informe de Zentrix Consultora. Este monto surge de descuentos aplicados sobre el salario formal, incluso a trabajadores no afiliados, y en pesos supera ampliamente el billón por año.
El Gobierno presentó el informe final del Consejo de Mayo, incluyendo una modernización laboral que promete flexibilizar contrataciones, redefinir indemnizaciones, regular plataformas digitales y recortar poder gremial en asambleas, huelgas y tutelas sindicales.
El jefe de Gabinete, Manuel Adorni, intentó ponerle épica al anuncio: "La Argentina no genera empleo formal hace 10 años". La CGT, mientras tanto, espera ese texto con ansiedad.
Si la versión final del proyecto ratifica la línea Sturzenegger, habrá plan de acción cegetista. Comenzarán los conteos de los senadores en el Congreso. La Libertad Avanza tiene 35 votos asegurados entre propios y aliados: necesita dos manos amigas para conformar el quórum y aprobar la media sanción de la reforma laboral. Si prevalece el ala política y se retiran los artículos sensibles, habrá una tregua inestable.
Pero el hecho político ya ocurrió: el diálogo se quebró. Y no por un paro, una protesta o un discurso encendido: por una corrección de último momento en un Word oficial. Un clásico de la política argentina.
Mientras el Gobierno intenta presentar la reforma laboral como un "programa para generar empleo moderno", la letra chica revela un paquete de transformaciones profundas que alteran la arquitectura del poder sindical, la negociación colectiva y el régimen de protección laboral vigente desde hace décadas. Estos son los puntos que, según fuentes políticas y sindicales, integran el borrador que Sturzenegger insiste en mantener.
1. Preeminencia del convenio por empresa sobre el convenio por actividad. Un viejo anhelo de las cámaras empresariales y el gran temor de la CGT. Permite que cada empresa acuerde condiciones laborales distintas a las del convenio madre del sector. Abre la puerta a la fragmentación de la negociación colectiva y debilita el poder de fuego de los sindicatos nacionales. Los gremios advierten que esto produciría un "desarme silencioso del sistema paritario argentino".
2. Ultraactividad limitada. La ultraactividad es la continuidad automática de un convenio vencido hasta que se renegocia.
El proyecto propone limitar ese período. Traducido: si el gremio no acuerda rápido, las condiciones del convenio pueden caer y la empresa gana margen para imponer nuevos parámetros. Para la CGT, es un mecanismo de "asfixia negociadora".
3. Banco de horas. Una herramienta flexible que permite compensar horas extras con francos futuros. Las empresas lo apoyan: facilita reorganizar la producción sin pagar horas extra. Los gremios lo rechazan: consideran que "abre la puerta a jornadas extendidas" y reduce ingresos salariales en sectores intensivos en horas adicionales.
4. Modificación del régimen de indemnizaciones. Uno de los capítulos más sensibles. El borrador incluye alternativas como fondos de cese, sistemas mixtos o la posibilidad de reemplazar la indemnización tradicional por mecanismos de seguro. Para los gremios, esto "abarata el despido" y rompe la estabilidad mínima del empleo registrado.
5. Fondo de Cese Laboral. Similar al sistema de la UOCRA, pero ampliado a más sectores. Permitiría que el empleador aporte mensualmente a un fondo que reemplaza la indemnización en caso de despido. La CGT lo acepta en sectores específicos, pero rechaza su generalización.
6. Rebaja de contribuciones patronales. El Gobierno quiere reducir cargas laborales para estimular empleo formal.
Para la CGT, es un incentivo empresario sin garantías de creación real de puestos de trabajo. También advierten que afecta los recursos de la seguridad social.
7. Limitaciones al derecho de huelga. Uno de los puntos más ideológicos para Sturzenegger. Incluye la delimitación de "servicios esenciales" donde la huelga tendría pisos de actividad obligatoria superiores a los actuales. La CGT lo ve como un intento de disciplinamiento. También plantea la obligación de preavisos más estrictos y requisitos formales para convocar medidas de fuerza.
8. Restricción de asambleas y medidas de fuerza dentro del lugar de trabajo. El borrador propone regular los horarios y modalidades en que pueden realizarse asambleas en planta.
Para la CGT, es una intromisión en la vida interna de los gremios; para las empresas, un intento de "orden".
9. Cambios en licencias, categorías y modalidades de contratación. Incluye: Regulación del teletrabajo con parámetros más favorables al empleador. Ampliación de períodos de prueba. Nuevas categorías "juveniles" o de inserción laboral con cargas reducidas. Condiciones especiales para plataformas digitales (delivery, apps, freelance). Los sindicatos sostienen que todo esto apunta a "precarizar bajo el disfraz de la modernización".
10. El punto explosivo: restricción o eliminación de la cuota solidaria sindical. El corazón de la disputa. La cuota solidaria es una contribución obligatoria acordada en paritarias que pagan todos los trabajadores cubiertos por el convenio, estén o no afiliados. Es la principal fuente de financiamiento de los gremios. Sturzenegger exige eliminarla o limitarla severamente. La CGT dice que sin ese artículo el diálogo se mantiene; con ese artículo, se rompe todo.
Nuevas normas para limitar la cantidad de delegados por establecimiento y acotar las protecciones que hoy impiden su despido. Para la CGT, esto apunta a "desactivar la columna vertebral gremial".
12. Evaluación de desempeño en el Estado y movilidad del empleo público. Aunque no afecta directamente al sector privado, introduce mecanismos de evaluación y eventualmente de desvinculación en el empleo público.
13. Salarios dinámicos. Permite a los empleadores negociar subas salariales de acuerdo a productividad en forma individual con cada trabajador. En la CGT lo visualizan como una precariazación de los convenios colectivos.
Lo que hace explosivo el escenario no es solo el contenido de la reforma, sino quién la redacta y cuál facción interna del Gobierno la impulsa. El ala política de la Casa Rosada quería retirar los artículos más conflictivos para negociar con la CGT y garantizar votos en el Congreso.
Sturzenegger, con apoyo de Patricia Bullrich, exige mantenerlos para darle "coherencia ideológica" a la reforma. Karina Milei aún no intervino públicamente, pero su mesa política teme que un conflicto frontal complique la agenda legislativa. Por ahora, ganó Sturzenegger. Y la CGT tomó nota mientras que en el Gobierno esperan los nuevos pasos sindicales.
iProfesional - Copyright ©2025. Emprendimientos Corporativos S.A. Buenos Aires, Argentina. Todos los derechos reservados.