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En 2026 habrá crecimiento económico con dos desafíos claves

hace 16 horas en perfil.com por Lucas Tettamanti*
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Tras el apoyo popular en las elecciones de octubre y consolidarse como la primera minoría del Congreso, el año 2026 se configura como una oportunidad de consolidación del camino de estabilización y de avance en las reformas estructurales pendientes (laboral e impositiva,sobre todo). De todas maneras, esto no exento de desafíos.

Por primera vez desde 2010-11, el año próximo podrían darse dos años consecutivos de crecimiento, impulsado por las exportaciones y la inversión (en ambos casos, no es indiferente la normalización del mercado cambiario) y una parsimoniosa recuperación del consumo de la mano de una mejora del ingreso disponible.

En tanto se prolongaría la reducción de la inflación y un tipo de cambio real ascendente, pero no traumático. El ancla fiscal, viga maestra del programa, seguirá con superávit primario del 1,5% (similar al de 2025, pero inferior al 2,2% estipulado con el FMI).

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El primer y mayor desafío aparece en el plano cambiario: con reservas netas propias inicialmente muy negativas y decrecientes, el esquema cambiario parece estar agotado e incapaz de recomponer reservas (al menos al tipo de cambio oficial, más allá del régimen). Pero igualmente no se producirá un ajuste traumático por la solvencia en el frente fiscal.

Al menos en el corto plazo, el gobierno no parece tener la idea de terminar de salir del cepo de manera completa, o de recalibrar la banda cambiaria. No obstante, el esquema actual, con techo decreciente en términos reales (dado que se mueve al 1% mensual y la inflación supera el 2%), parece estar agotado y será difícil de compensar con reformas que no tienen efecto inmediato. Difícil pensar en la sostenibilidad del régimen actual durante todo el año.

Actividad económica 09122025

El hecho de tener reservas escasas ya causó tensiones en dos oportunidades (abril y octubre), donde en ambos casos el crédito externo de organismos internacionales (FMI y Tesoro estadounidense) permitió contrarrestar los efectos y brindó aire al Gobierno. Esta ayuda siempre es deseable y bienvenida, pero es difícil que se repita en el tiempo y no es conveniente depender de ella.

La acumulación de reservas retroalimentaría las fuentes financieras, mejorando la capacidad de repago ante contingencias. Remonetizar la economía en un esquema de desaceleración inflacionaria, dados los bajos niveles actuales, brindaría espacio para compra de reservas y relajar la tensión sobre la tasa de interés sin poner en riesgo la estabilidad.

El segundo desafío es crecer y generar empleo privado. Pensándolo en términos de círculo virtuoso, una eventual normalización cambiaria también coadyuvaría a recobrar el dinamismo del crecimiento vía inversiones y exportaciones, donde el impulso a través de regímenes especiales es complementario, pero no suficiente.

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Desde noviembre 2023, la pérdida de empleo asalariado privado registrado en sectores mano de obra intensivo, como la construcción y la industria (que representan el 25% del empleo registrado total), fue de 105.000 puestos de trabajo, el 75% de la pérdida total, mientras que el campo, la minería y la intermediación financiera no compensaron esta caída.

El crecimiento económico del año que viene será heterogéneo en dos dimensiones: sectorial y geográfica. Los sectores capital-intensivos (especialmente no urbanos), cómo la minería, el agro y el sector financiero (que representan el 10% del empleo registrado), serán ganadores. Del otro lado, los sectores mano de obra intensiva, enfrentan un panorama más complicado. La construcción enfrenta costos altos y financiamiento todavía embrionario, mientras que la industria enfrenta heterogeneidad con –por ejemplo- alimentos en alza y textiles en baja.

Así, 2026 no solo aparece como un año de crecimiento, sino como una ventana de oportunidad. El desafío será convertir este crecimiento inicial en un proceso que sea sostenible en el largo plazo, reconfigurando el mercado cambiario, acumulando reservas e insistiendo con las reformas estructurales que impulsarán (aunque no inmediatamente) la generación de empleo privado sostenido y la inversión. Este sendero hará que la economía argentina deje la lógica de rebotes y pueda pasar a gozar de un ciclo de expansión que sea duradero.

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