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El kirchnerismo se oculta en la campaña detrás de la crisis de Milei

hace 18 horas en clarin.com por Clarin.com - Home

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Eduardo van der Kooy

Pueden observarse dos novedades en el desarrollo de la campaña electoral. Una participación ciudadana tan menuda como no se recuerda -salvo en las legislativas del 2021, bajo la pandemia- en muchos años de democracia. Los actos más convocantes, de parte del oficialismo y la oposición, tuvieron relación con cuestiones laterales. Javier Milei cantó -o algo así- como estrella de rock en el Movistar Arena en la Ciudad donde fue aclamado por diez mil jóvenes libertarios que tuvieron libre acceso. Una cifra menor a aquella celebró el 17 de octubre con una marcha hacia el domicilio donde Cristina Fernández (San José 1111) cumple su condena de seis años e inhabilitación para ejercer cargos públicos por corrupción.

Es sabido que al Presidente aquel espectáculo musical parece haberle restado antes que sumando en una opinión pública que aflora entre malhumorada y escéptica. El baile de la ex presidenta en los tres balcones de su apartamento delante de sus fieles despertó demasiados fantasmas del pasado reciente. Un contratiempo para el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, que evitó todo lo que pudo el lema de “Cristina libre” que el kirchnerismo pretendió imponer en la campaña.

También se está advirtiendo en este tiempo político otra singularidad. El kirchnerismo, el peronismo, se siente muy cómodo en un segundo plano. Fuera del centro de la escena que parece obsequiarle a La Libertad Avanza. Milei, que disfrutó de ese privilegio durante casi un año y medio, se muestra en este momento incómodo. Le ocurre, en realidad, desde aquel domingo 7 de septiembre en que ocurrió la debacle en Buenos Aires.

La crisis que tiene al oficialismo como actor principal posibilita al kirchnerismo un discreto ocultamiento. Beneficioso, sin dudas, por varias razones. Nadie ha terminado de procesar en esa comarca la derrota del 2023. Nadie ha sabido aportar una idea nueva o diferente respecto de la prédica que se supo escuchar en el gobierno de Alberto Fernández. Mucho menos en el plano de la economía. Ni una palabra sobre el equilibrio fiscal que ha sido, objetivamente, un aporte de Milei. Tampoco acerca de la conveniencia de una inflación en descenso. La inseguridad bonaerense, inmensa, transcurre sin alharacas. La única ocurrencia fue espoleada por la urgencia financiera del Gobierno que retrotrajo la memoria 80 años. Se agitó con postales del presente aquella controversia de mitad del siglo pasado entre Juan Domingo Perón y quien era entonces embajador de Estados Unidos, Spruille Braden.

El kirchnerismo padece de una imposibilidad fáctica para mirar hacia adelante. También es cierto que la Argentina repite su historia como un vinilo rayado. Scott Bessent, el Secretario del Tesoro de Donald Trump, no solo interviene en el mercado cambiario vendiendo dólares y acumulando pesos. Casi todas las mañanas se transforma en una especie de Manuel Adorni, el portavoz, ahora muy callado. Larga su tuit antes de la apertura de los mercados en respaldo a la administración de Milei.

Aquel segundo plano kirchnerista esconde otras cosas. El arrumbe momentáneo en el placard de figuras que no suenan taquilleras. Juan Grabois, el dirigente social, está llamado a silencio. Apenas asoma en alguna polémica de redes. Máximo Kirchner tampoco aparece y estaría replegando sus posiciones políticas. En el PJ bonaerense comenzó el debate acerca de su sucesión. Asoman nombres familiares a Kicillof: la vicegobernadora Verónica Magario o el alcalde de Lomas de Zamora, Federico Otermín. Andrés Larroque se ofrece. De todos modos, habrá que esperar para la definición que alumbren los resultados del próximo domingo.

Otras reyertas internas también circulan. Jorge Taiana, el primer candidato a diputados bonaerense que pulsea con Diego Santilli, con su tono nunca estridente evitó una condena al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela. También eludió la presencia en el homenaje que Kicillof –cuyo origen político se remite a un grupo universitario llamado “Tontos pero no Tanto” (TNT)- realizó junto a los gordos cegetistas para honrar a José Ignacio Rucci, asesinado por los Montoneros hace 52 años.

Milei y su gobierno no parecen en condiciones de sacar ningún rédito de aquella opacidad. Agita, de todas maneras, el fantasma kirchnerista. El riesgo “kuka”. Pero lidia con problemas que prometen acompañarlo hasta las urnas del domingo. Los mercados están en situación volcánica. El dólar no deja de subir pese a los tuits de Bessent. Es cierto que el esfuerzo del Secretario del Tesoro, que alguna vez se lo tendrá que explicar a la oposición demócrata, se estrella contra las irrupciones del líder republicano. “La Argentina se está muriendo, su presidente hace lo mejor que puede, usted no sabe nada de eso”, le dijo a una periodista que le preguntó sobre el salvataje, por ahora, del swap de U$S20 mil millones. ¡Vaya ayuda para los libertarios!.

Milei queda de esa manera en el centro de la escena de la campaña, observado por todos, pero obligado a asumir una postura defensiva. Sin nada que recree esa expectativa social que empezó a apagarse después de la derrota de septiembre. Tan desagradable resulta su papel que hasta debe explicar qué significaría una victoria para su Gobierno el domingo. Afirmó que llegar al mágico tercio en Diputados que le permite bloquear la derogación de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU). La herramienta clave con la cual gobernó el primer año y pico.

Tal ambición sincerada lo dejaría en la retaguardia. Distante del reclamo que le hacen Washington y el Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre un consenso imprescindible con la oposición para mantener el apoyo financiero y avanzar con futuras reformas.

Milei ratificó de nuevo que hará cambio en el gabinete acorde al mandato de las urnas. ¿Para gobernar con los DNU y su tercio?. ¿O pensar en una amalgama política que permita suponer una época libertaria diferente?.

La actitud defensiva, que pretendió modificar incluso la forma del conteo de votos negada por la Cámara Electoral, suele estar mechada con la improvisación de la campaña. El Presidente no hará ningún acto más en Buenos Aires. Se ocupará Santilli. Estima que la victoria kirchnerista resulta allí irremediable. Se verá por cuánto. Habría quedado relegada también una presencia en Salta, donde los locales dicen que los libertarios tendrían chances de triunfar. Pasará por Córdoba y cerrará en Rosario. En Santa Fe estaría predominando el peronismo. Apuestas de última hora.

Eduardo van der Kooy

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