
Es un desacople peligroso para el Gobierno y puede impactar de lleno el domingo, en elecciones clave para La Libertada Avanza. Mientras el equipo económico pone todos los cañones –la alianza política con Donald Trump- para contener el precio del dólar, y detrás, defender la bandera de la desinflación, es probable que quienes voten el fin de semana que viene estén mirando otro mercado, el de su metro cuadrado.
Mientras el ministro de Economía, Luis Caputo, consigue financiamiento de dónde puede para llevar tranquilidad a los acreedores externos (y bajar el riesgo país), muchos votantes observarán qué sucedió con su trabajo y con su sueldo, o cuál es la situación de su empresa luego de los últimos dos años. El sinceramiento –el ajuste, la desregulación y la apertura- que impulsó Javier Milei tuvo efectos claros en la economía familiar y también en la vida puertas adentro de las empresas.
Vale la aclaración. Hay una conexión que, a veces, se hace invisible para el votante: no hay “metro cuadrado” sustentable en el tiempo para nadie sin estabilidad macroeconómica, sin fundamentos sanos. Pero después de dos años, también juegan la tasa de impaciencia –con muchos errores políticos no forzados del oficialismo y escándalos de supuesta corrupción de un gobierno “anticasta”- y las expectativas.
El ticket de esos dos intangibles se renuevan o no también el domingo. Se trata de una elección que determinará el nivel de apoyo de los aliados –internos y externos- de cara a que el sinceramiento de precios sea acompañado por otro de costos. Traducido: sin apoyo en las urnas, bancas en el Congreso y reordenamiento político, es poco probable que haya reformas. Es la única manera de que el crecimiento –fogoneado con inversión- pueda ser homogéneo (caso contrario, sólo se expandirán la energía, la minería, la economía del conocimiento y el agro, o sea, los sectores que son naturalmente competitivos).
Entonces, ¿cómo llega el “metro cuadrado” a la elección del domingo? Los economistas de Equilibra, Martín Rapetti, Lorenzo Sigaut Gravina y Gonzalo Carrera publicaron un diagnóstico completo. Lo llamaron irónicamente “La raíz del desencanto”. En síntesis, explican que los ingresos de 14,5 millones de personas describen una forma matemática: una raíz cuadrada. Cayeron fuertemente al comienzo, se recuperaron luego y, más tarde, ya cerca de la elección se estancaron.
Es una figura que el exministro de Economía, Hernán Lacunza, ya había usado también para el andar de la actividad económica en general.

“Creemos que este tipo de trayectoria conduce a una frustración social; no por la magnitud del ajuste, sino la falta de mejora: cuando la recuperación se interrumpe, se erosiona la tolerancia social y surge el desencanto”, indicaron los especialistas sobre los indicadores sociales.
Equilibra estimó que la evolución del ingreso real promedio de unas 14,5 millones de personas –los que reciben ingresos formales- tuvo un ajuste inicial de 19% en el poder adquisitivo frente al ingreso promedio del período enero-septiembre de 2023. El informe está hablando de los asalariados formales del sector privado (6,3 millones de personas), los jubilados (4,9 millones) y los empleados públicos nacionales (0,8 millones) y provinciales (2,5 millones).
“Entre febrero de 2024 y febrero de 2025, los ingresos experimentaron una rápida recuperación, aunque parcial (94% del ingreso previo)”, afirmaron y completaron: “Desde marzo de 2025, los ingresos se estancaron e incluso se contrajeron, en línea con la evolución de la actividad”. Los más afectados en sus ingresos fueron los empleados públicos nacionales, luego los provinciales, después el jubilado que no es de la mínima, el que sí cobra la mínima más el bono y el empleado formal, que logró recuperar lo que perdió desde noviembre de 2023.

“Durante los casi dos años de la administración Milei, los asalariados privados y públicos registrados, y jubilados sufrieron, en promedio, una pérdida acumulada equivalente a dos meses de ingresos. Dicho de otro modo, durante los primeros 20 meses de la gestión Milei, resignaron el equivalente a 2,1 meses de ingresos”, señalaron y agregaron que los ingresos en estos sectores ya arrastran pérdidas desde 2018 (a las de hoy se suman las pérdidas por las corridas en el gobierno de Mauricio Macri y de la cuarentena de Alberto Fernández y Cristina Kirchner).
El estudio de Equilibra compara los caminos a la elección legislativa que recorrieron Macri y Milei. A pesar de que en ambos recorridos se comenzó con un ajuste del poder adquisitivo, hallaron dos diferencias. La primera es que la caída del ingreso fue menor con Macri y acumuló hasta las Legislativas una pérdida de ingresos de 1,2 meses, mientras que la de Milei fue de 2,1 meses. La segunda diferencia es que durante la experiencia de Macri, los ingresos reales registrados continuaron recuperándose en la previa electoral, mientras que con Milei se estancaron en un nivel más bajo”, describieron los especialistas.
Los analistas de Equilibra indicaron que la evolución de los ingresos reales registrados “correlaciona bien”, en ambas experiencias, con el índice de Confianza en el Gobierno de la UTDT. A la vez, este indicador suele utilizarse como un predictor de los resultados electorales. Macri, en las legislativas de 2017, obtuvo 41,8% de los votos. Actualmente, el índice de la UTDT está en 38,8%.

“El empleo formal con Macri mejoró, mientras que con Milei cayó”, afirmaron en Equilibra. El empleo total registrado arrastra pérdidas con Milei de 500.000 trabajadores, según datos del SIPA; el de Macri mejoraba en 300.000 a la altura de las legislativas. Los asalariados registrados son hoy 200.000 menos; con Macri eran 100.000 más.
La consultora que dirige Rapetti halló además diferencias por regiones. El salario privado registrado en el conurbano está por debajo del que muestran la Ciudad de Buenos Aires y el interior. A junio pasado, los bonaerenses no lograron llegar todavía al nivel que muestra el promedio enero-septiembre de 2023. La confianza en el Gobierno es menor allí.
El ajuste de los precios relativos que impulsó el Gobierno para sincerar la macroeconomía puso en foco otro indicador hace varios meses que muestra ese “puchito” que queda en un hogar para el consumo luego de pagar los gastos fijos. Según el último dato de la consultora Empiria que dirige Lacunza, en julio pasado, el ingreso disponible del hogar promedio del AMBA se mantuvo estable con respecto al mes de junio: “se encuentra un 5,8% por debajo del nivel de 2023”, o sea, del nivel previo a la devaluación con la que comenzó el gobierno de Milei. Este dato explica el irregular andar del consumo masivo, que además compitió gran parte del año con el crédito para adquirir bienes durables.

El documento de Empiria puso el foco en uno de los logros de Milei: la baja de la pobreza. Remarcó que la pobreza fue de 31,6% (15 millones de personas) en el primer semestre de 2025, su menor valor desde el primer semestre de 2018, cuando se ubicó en 27,3%.
“A nivel general, es posible que la pobreza del primer semestre de 2024 estuviera sobreestimada (aunque no mal medida) debido al impacto de la inflación en la forma de relevar y, también, en cómo las personas declaran sus ingresos. Esto tiene un doble efecto: ni la suba había sido tan abrupta, ni la caída fue tan milagrosa. A pesar de esta aclaración, sí vale remarcar que la desinflación [se pasó de un 25,5% en diciembre de 2023 a 2,1% en septiembre de este año] es, quizás, la mejor política contra la reducción de la pobreza y es, en este caso, la principal explicación de lo que sucedió”, reafirmaron los técnicos, que agregaron que la pobreza en niños cerró en 45,4% (4,8 millones) y que fue el rango etario en el que más cayó la pobreza contra el segundo semestre 2023 gracias, sobre todo, al aumento sostenido de la AUH.
Más allá de los problemas que enfrenta el metro cuadrado de los votantes, que se refleja también en las encuestas entre las empresas, quizás el Gobierno pueda reconstruir las expectativas de un mejor futuro, por lo menos en el canal comercial. Por caso, la mayoría de los supermercados y mayoristas vieron una situación de su empresa “normal” o “mala” en septiembre frente a los últimos meses (“igual” 57,9% versus “mala”, 31,6%), pero, ante la pregunta de qué se espera durante el próximo trimestre octubre-diciembre respecto a la situación actual, el balance es positivo: el 22,4 cree que mejorará (9,2% empeorará). El relevamiento fue publicado hoy por el Indec.
El Gobierno sí deberá convencer a los industriales: la mayoría cree que la producción seguirá igual o será peor (61,2% no variará y 23,9% disminuirá) en el próximo trimestre. Más del 50% vio en septiembre una situación “por debajo de lo normal” (52,8%). No es casualidad: la capacidad instalada de la industria de agosto pasado es casi la misma que la que había en 2020, cuando el coronavirus frenó la economía.

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