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El dinero no tiene ideología, de Vox a Milei, de Kirchner al PSOE

hace mucho en perfil.com por Leonardo Torresi
Nestor Kirchner, Santiago Abascal, Pedro Sánchez y Javier Milei 21102025

En política, el dinero siempre llega antes que las ideas. Puede vestirse de rojo, verde o celeste; puede venir de Moscú, Pekín o Washington. Pero, inevitablemente, termina marcando el rumbo de quienes juran independencia. De izquierda o de derecha todos tienen un padrino financiero. Y el problema no es solo quién los financia, sino qué piden a cambio.

En España, Vox, el partido de Santiago Abascal, hombre anticasta y libertario, vio cuestionada su autonomía cuando se reveló que parte de su campaña fue financiada con préstamos millonarios de un banco húngaro controlado por el gobierno de Viktor Orbán. líder que inspira a buena parte de la ultraderecha europea es el prototipo del autoritarismo del siglo XXI: un dirigente que llega al poder por el voto popular Orbán, reformó la Constitución, colonizó la justicia, controló los medios y convirtió la corrupción en un sistema de lealtades.

Con un discurso nacionalista y cristiano, según las últimas investigaciones, Vox recibió del MBH Bank (Hungaro) un primer préstamo de 6,5 millones de euros y otro de 7 millones para las elecciones europeas de 2024. Además, sumó créditos del BBVA y del Santander para los comicios municipales. Este dinero en su mayoría ingresaba a la Fundación Disenso, el ‘think tank’ de Vox.

En Argentina, el discurso libertario de Javier Milei repite el mismo patrón, aunque con otros nombres y acentos. El presidente se rodea de operadores con vínculos internacionales, contratos opacos y conexiones directas con Washington: Leonardo Scaturicce, Barry Bennett, las sombras del caso $LIBRA, aquella criptomoneda presentada como revolución financiera que terminó bajo sospecha de canalizar fondos de origen incierto. A ello se suman vuelos no revisados por aduana y vínculos sospechosos con el narcotráfico, como el caso Espert-Fred Machado, que enfrenta un proceso judicial por narcotráfico, lavado y fraude.

El Milei que denuncia la corrupción ajena no parece tan distinto del Milei que protege a sus intermediarios de confianza.

Del otro lado del espectro, el kirchnerismo se financió con créditos de alta tasas proveniente del chavismo, más tarde, de China, a través de acuerdos energéticos, préstamos y convenios estratégicos que sostenían tanto la economía argentina como la estructura de poder del oficialismo. El relato de la “soberanía popular” se financiaba, con yuanes y petróleo venezolano.

En Europa, el PSOE de Pedro Sánchez exhibe un rostro progresista, pero atraviesa su momento más delicado en materia de corrupción. El caso Koldo, que involucra al exministro José Luis Ábalos y a su asesor Koldo García, investiga una red de comisiones y contratos públicos. La UCO detectó una presunta “caja B” del partido, con pagos en sobres y referencias codificadas a billetes como “chistorras”, “lechugas” o “soles”. El informe también incluye a Santos Cerdán, quien ingresó en prisión sin fianza el 30 de junio de 2025, acusado de organización criminal, cohecho y tráfico de influencias. Aunque Sánchez niega vínculos directos, admitió haber recibido “liquidaciones en efectivo” del partido. financiación irregular que golpea el corazón del socialismo español, partido que presumia símbolo de ética y transparencia, hoy vuelve a estar bajo sospecha.

De Vox a Milei, de Kirchner al PSOE: la hipocresía del dinero. Los que predican independencia, dependen de este mecanismo ...

Cambia el color del partido, el idioma, discurso o el enemigo elegido, pero el mecanismo es el mismo: poder a crédito.

Cuando la política se convierte en un negocio el ciudadano deja de votar proyectos y empieza a votar accionistas. El chavismo compró lealtades con petróleo; China las compra con infraestructura; Orbán las compra con crédito; y los libertarios, con la promesa de un capitalismo sin control.

También hoy, Donald Trump teje su propia red geopolítica basada en poder y conveniencia. Apoya a Javier Milei como aliado económico en América Latina; refuerza con Israel su vínculo estratégico mediante el suministro de armas y respaldo diplomático a Netanyahu; y promueve en Ucrania un “alto el fuego negociado” que congele la guerra y lo posicione como mediador global. En todos los casos, combina dinero, presión y relato para consolidar su influencia mundial sin ocupar aún la Casa Blanca.

La libertad se ha transformado en un producto de exportación, no en una convicción moral. Cuando el dinero habla más fuerte que las ideas, la política deja de ser representación y se convierte en transacción.

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