El cierre de la semana financiera arrojó más sorpresas y confusión. El dólar continuó en caída libre y el mayorista tocó los $ 1.300, una caída de más de 5% desde el pico que había alcanzado a fines de julio. Detrás de semejante derrumbe está la decisión del Gobierno de ponerse muy restrictivo con la cantidad de dinero para evitar saltos cambiarios. Pero la consecuencia es que las tasas de interés se fueron a las nubes, llegando al 70% anual.
El pico del tipo de cambio en el arranque del mes, que había llevado la cotización del dólar oficial minorista a $ 1.380 había alertado al equipo económico. La cotización se acercó al techo de la banda cambiaria fijada con el FMI (ahora en alrededor de $ 1.455) y esto hubiera generado varias complicaciones: el Central tendría que salir a vender reservas para defender ese límite superior y se hubiera desatado un clima de mucho pesimismo.
Ante el peligro de ese escenario se optó por subir encajes y retirar pesos del mercado, en medio de la eliminación de las LEFI dispuesta por el Tesoro y que volcó casi de un día para el otro casi 15 billones de pesos. Fue clave para reducir la presión dolarizadora pocas semanas antes de las elecciones bonaerenses.
Ayer el ministro de Economía salió a justificar la decisión de salir a absorber los pesos que se liberaron luego de la licitación del Tesoro, que tuvo una refinanciación de solo 61%. Luis Caputo expresó a través de un posteo en X que “si la no renovación no es entendida como un aumento de la demanda de dinero, esos pesos se esterilizarán, ya sea a través de encajes remunerados, no remunerados, u otro mecanismo que el Central considere pertinente”.
La suba de tasas complica a las empresas, pero al mismo tiempo aparecen oportunidades para invertir los excedentes de pesos. Laura Low, directora de Banco de Comercio, explicó que por grandes depósitos se están pagando tasas del 45% anual: “Garantizamos una rentabilidad real positiva, por encima de la inflación proyectada. Esto habilita la oportunidad para que las empresas reduzcan significativamente las erogaciones en pesos que tienen en el cuarto trimestre”.
Muchas empresas optan por pasarse de fondos de corto plazo (money market) a Lecap a 30 ó 60 días, ya que ofrecen un rendimiento muy superior.
La consultora LCG indicó que “más allá de la volatilidad, con la suba de encajes y los colchones de fondos más abultados, es muy probable que la tendencia sea al incremento adicional de tasas”. En ese sentido, agregó que “si el objetivo real fuera subir las tasas para enfrentar riesgos de depreciación cambiaria, el camino elegido para hacerlo ciertamente resultó bastante poco ortodoxo, por no decir otra cosa. Hacerlo a partir de operaciones de mercado abierto, con anuncios de subas de una tasa de política y explicando los motivos, hubiese sido preferible”.
La pregunta que aún no tiene respuesta es hasta cuándo se mantendrá en estos niveles altísimos. En la medida que no se logre una reducción significativa, habrá efectos colaterales muy negativos. Además de aumentar el nivel de deuda del Tesoro (porque son rendimientos que superan largamente la inflación), los bancos están subiendo fuertemente el costo de prestar dinero. Y muchas líneas de crédito empezarán a resentirse o directamente desaparecerán si no se tranquiliza rápidamente el panorama.
Posiblemente solo se logran bajas marginales al menos hasta el 7 de septiembre, que es cuando se realizan las elecciones bonaerenses. Caputo cree que un buen resultado electoral hará que se disipe lo que él denomina “riesgo kuka”, es decir la chance de un regreso del kirchnerismo.
Claro que una pregunta válida es qué pasa si el resultado de estos comicios no arrojan una lectura clara. En ese escenario, las presiones cambiarias podrían incluso aumentar y se complicaría bajar la tasa al menos hasta que se realicen las elecciones legislativas, el 26 de octubre. Se trata de un escenario riesgoso, ya que prolongaría la agonía otro mes y medio.
El economista Federico Machado consideró que el riesgo de un impacto del aumento de tasas sobre la actividad es limitado porque no representa ni el 10% del PBI. Por lo tanto, considera que el incremento de los rendimientos en pesos está justificado con el objetivo de suavizar el camino hacia las elecciones.
Por lo tanto, el objetivo es llegar a las elecciones con el tipo de cambio estable y a partir de un buen resultado electoral conseguir que las tasas se acomoden a los niveles previos. Con una inflación que se proyecta en niveles de entre 20% y 25% para los próximos 12 meses, lo lógico es que las tasas que paga el Tesoro (por ejemplo Lecap) no superen el 30%, como sucedía previo a que estalle la crisis de liquidez.
