
En un par de semanas, la multinacional Lamb Weston despachará el primer cargamento de papas congeladas desde su flamante planta en Mar del Plata hacia Brasil. El envío, que tendrá como destino el estado de Santa Catarina, representa un hito no solo para la compañía fundada en Idaho -la zona papera por excelencia de EE.UU.-, sino también para la provincia de Buenos Aires. La planta, cuya apertura oficial está prevista para mediados de octubre, demandó una inversión de más de US$300 millones, la mayor realizada en territorio bonaerense en los últimos 40 años.
El proyecto de Mar del Plata incluyó obras de infraestructura de gran envergadura, como la ampliación de la red eléctrica y de gas en el parque industrial de Batán, así como la instalación de una cadena de frío con capacidad para 9000 posiciones. “Es un negocio tremendamente rentable para toda la cadena industrial y comercial, pero la barrera de entrada es la altísima inversión inicial”, explicó Romina Broda, la argentina que lidera el mega proyecto industrial y que se incorporó a Lamb Weston con el cargo de vicepresidente para Latinoamérica, después de casi veinte años en otro multinacional, Procter & Gamble.
Lamb Weston comenzó a evaluar su llegada al país en 2019, en un momento diferente de la Argentina y del mundo, cuando la pandemia no estaba en las pesadillas de ningún inversor y casi nadie anticipaba la llegada de Javier Milei a la Casa Rosada. “Si querés ser global, tenés que estar en todas las regiones. Nosotros estamos en Argentina para quedarnos, más allá de la coyuntura”, explican en la firma que eligió a Buenos Aires como su centro de operaciones para toda la región.
En sus primeros pasos, Lamb Weston priorizará el abastecimiento de grandes clientes industriales y de servicios de comida y para una segunda etapa está contemplada su ingreso al canal supermercados. “El consumidor final representa cerca de 15% del negocio en la Argentina y por eso de entrada queremos poner el foco en en el canal gastronómico, apuntando a las grandes cadenas de fast food y los restaurantes”, explicó Broda.
La mega inversión de la norteamericana Lamb Weston representa una excepción en un mercado como el argentino, caracterizado en los últimos años por la salida de las multinacionales, en una lista que va de Falabella a Walmart, pasando por el banco HSBC, la aerolínea LAN y Procter & Gamble.
A la hora de explicar por qué están enterrando más de US$300 millones en el país, en Lamb Weston citan tres factores. “La materia prima en la Argentina, especialmente en todo el sudeste de la provincia de Buenos Aires es excepcional. La papa local no tiene nada que envidiarle a la de Europa o el noroeste de EE.UU. Y a esto se suma que el talento en la Argentina sigue siendo muy valorado y el potencial para crecer es enorme”, explicó Broda.
El consumo de papas congeladas en América Latina aún está muy por debajo del promedio de mercados desarrollados: mientras que en el Reino Unido se consumen unos 70 kilos per cápita al año, en la Argentina apenas llega a 8 kilos. Sin embargo, el crecimiento es más acelerado, impulsado por la practicidad, el mayor protagonismo de la mujer trabajadora en las decisiones de compra y la mejora de la seguridad alimentaria. “La mayor oferta facilitará la conversión: una vez que la gente prueba, se queda en la categoría”, afirman en Lamb Weston.
Lamb Weston competirá en la Argentina y en la región con la canadiense McCain que puso un pie en el mercado local hace treinta años y ahora acaba de anunciar una inversión de US$100 millones en su planta de Balcarce, a 70 kilómetros de la fábrica de Lamb Weston.
La competencia entre las dos multis es directa. A nivel global, Lamb Weston tiene entre sus clientes a varios de los principales jugadores del fast food, incluyendo a McDonald’s, aunque en la Argentina la popular cadena de hamburguesas trabaja con McCain. “Vamos a buscar trabajar con McDonald’s como lo hacemos en todo el mundo”, asegura Broda.
El tercer jugador en este negocio a nivel global es la estadounidense Simplot, que también está en la Argentina. La firma llegó al país de la mano del empresario Fabio Calcaterra, con la apertura de una planta en Mendoza en 2019, y ahora está controlada 100% por la casa matriz de Simplot.

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