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“Es muy alto el precio… El dolor, el asco, el escarnio, la mirada ajena, las opiniones de los ignorantes, las apelaciones infinitas, y mi cuerpo y mente, destrozados. A eso, justamente a eso, es a lo que nos someten en búsqueda de justicia", escribió Julieta Prandi tras la condena a 19 años de prisión a su ex pareja, el padre de sus dos hijos. Ella lo denunció hace cinco años por violencia sexual, económica y psicológica.
Hasta 1999 los hoy llamados delitos contra la integridad sexual se consideraban delitos "contra la honestidad", y arrastraban un sentido religioso: eran los actos sexuales que ocurrían por fuera del matrimonio. O con alguien sin experiencia sexual. No había mucho margen para hablar de abusos dentro de una pareja.
La violencia doméstica que se sufría dentro de las cuatro paredes tampoco se denunciaba. Lo que vino a decirnos la frase que se volvió emblema para muchas mujeres desde los 70 -"lo personal es político"- es que lo que pasa en el ámbito privado también es un asunto público y político.
Las mujeres empezaron a contar, hablar, denunciar. Con un sinfín de trabas, porque además de vencer el miedo hay que poder sostener un proceso judicial que requiere tiempo, dinero y mucha paciencia. Hay que relatar los hechos una y otra vez, someterse a controles y pericias. Y, además, soportar los prejuicios.
"Sinceramente me cuesta creer que una mujer mediática, mayor de edad... con autonomía económica, notoriedad pública y vínculos sobrados, haya vivido ‘secuestrada’ y abusada sexualmente durante años por su propio marido”, escribió en sus redes Nicolás Márquez, el filósofo amigo de Javier Milei.
El razonamiento muestra el desconocimiento total del sufrimiento y el comportamiento de una mujer manipulada. La violencia de género no discrimina por "clase social". Lo que sí logró Julieta es el seguimiento mediático. Pocas veces ocurre. Y sus palabras hoy son fundamentales. Ella sabe el infierno que vivió. Ella sabe que hay miles de mujeres que viven en los mismos infiernos y no tienen voz.
"Este juicio tiene que marcar un antes y un después -dijo-. Esto es por mí y por todas aquellas víctimas de violencia de género que aún siguen presas, por aquellas que lograron salir pero no obtuvieron justicia y por las miles que no tuvieron vida para contarlo porque las mataron”.
Hubo 160 femicidios en lo que va del año. Por primera vez desde el retorno a la democracia el país no tiene ninguna política de prevención de la violencia de género.

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