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El Merval perdió más de 4% y acciones argentinas en Wall Street se desplomaron hasta 9%, tras la licitación fallida

hace 13 horas en iprofesional.com
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La semana bursátil en Argentina cerró con un panorama sombrío: fuertes retrocesos en acciones, ADRs y bonos soberanos, sumados a un aumento en las tasas en pesos, marcaron un clima de tensión creciente en los mercados. La fallida licitación del Ministerio de Economía (Mecon) se combinó con un deterioro en la confianza de los inversores, golpeando tanto a la renta variable como a la renta fija.

Ese jueves, el índice Merval se desplomó un 4,5%, arrastrado por la falta de apetito del mercado hacia los instrumentos de deuda emitidos por el Tesoro y por la incertidumbre económica y política que persistía. Entre las acciones más castigadas de la jornada se destacaron Grupo Supervielle (-8,7%), Telecom (-7,2%), Edenor (-6,7%), Metrogas (-6,4%) y Transener (-5,3%).

La presión vendedora no se limitó al mercado local. Los papeles argentinos que cotizaban en Wall Street replicaron la tendencia negativa, golpeados también por el mal dato de inflación en Estados Unidos y la ausencia de señales claras desde el frente doméstico. Banco Supervielle perdió 9,2%, Telecom retrocedió 7,4%, Edenor cayó 5,3%, Grupo Financiero Galicia cedió 5,3% y Central Puerto descendió 4,1%.

En el mercado de deuda, los bonos soberanos en dólares operaron en baja a lo largo de toda la curva. Las pérdidas llegaron hasta el 0,9% lideradas por el Bonar 35 y el Bonar 41, mientras que el AE38D se retrajo un 0,8%. En contraposición, los títulos en pesos ajustados por CER mostraron pérdidas generalizadas, con el TX26 cayendo un 1,7%.

El Tesoro adjudicó $9,147 billones en la última licitación, sobre un total de ofertas por $9,977 billones. Según Portfolio Personal Inversiones (PPI), el rollover —la renovación de vencimientos— se ubicó por debajo de 1x, alcanzando apenas 0,61x, lo que significa que gran parte de la deuda que vencía no logró ser refinanciada.

Además, el mercado evitó las LECAP más cortas (a vencimiento en septiembre) y prefirió extender plazos, reduciendo la participación de estos instrumentos al 35,8% del total adjudicado, muy por debajo del 63,8%-89% que representaron en las tres licitaciones anteriores. Esto revela una preferencia de los inversores por evitar tasas fijas a muy corto plazo en medio de un clima financiero volátil.

El Tesoro convalidó rendimientos más altos que en el mercado secundario, otorgando un premio de entre 13 y 76 puntos básicos respecto al cierre previo, y dejó sin colocar algunos instrumentos clave, como la letra TAMAR a más largo plazo, un dólar linked y un BONCER. Entre los títulos adjudicados, se destacaron tasas efectivas mensuales de entre 3,6% y 4,48%, y en el caso de los instrumentos ajustados por TAMAR, se ubicaron en spreads del 6% y 7,5% TNA.

El director del Banco Central, Federico Furiase, anticipó que los pesos excedentes tras la licitación serían absorbidos rápidamente, principalmente a través de un aumento de encajes remunerados con nuevos títulos públicos, en una licitación extraordinaria del Tesoro aún no anunciada formalmente. Esto apunta a evitar que el excedente de pesos presione a la baja las tasas de interés y, por ende, genere presión sobre el mercado cambiario.

Desde Max Capital destacaron que la operación expuso la fuerte necesidad de liquidez del sistema bancario. Aunque el Banco Central reabrió su ventanilla de liquidez —lo que fue visto como un gesto positivo—, la medida no fue suficiente. Pese a la suba de tasas convalidada por el Tesoro, quedaron sin renovar unos $5 billones.

Grupo SBS, por su parte, señaló que el financiamiento neto negativo de esta licitación superó incluso las necesidades de liquidez de los bancos para integrar encajes, tras la reciente suba de los requerimientos de efectivo dispuesto para agosto.

La combinación de un financiamiento insuficiente del Tesoro, tasas en alza, presión cambiaria latente y señales de desaceleración en el apetito inversor internacional plantea un escenario desafiante para los activos argentinos.

En el corto plazo, la atención del mercado estará puesta en dos frentes: por un lado, la próxima licitación del Tesoro, que deberá demostrar si el Gobierno logra revertir la desconfianza de los inversores; por el otro, la dinámica del dólar, que podría tensionarse si el excedente de pesos no es absorbido eficazmente.

El contexto internacional tampoco ayuda. La volatilidad en Wall Street y el posible freno en las expectativas de recorte de tasas por parte de la Fed pueden reducir el flujo de capitales hacia mercados emergentes, agravando la presión sobre activos argentinos.

En el plano internacional, las acciones en Estados Unidos tuvieron un comportamiento volátil este jueves. En una sesión de subas y bajas, por un lado, el Dow Jones Industrial Average cayó 0,02% y el Nasdaq perdió un 0,01%, mientras que el S&P 500 avanzó 0,04%.

La volatilidad se disparó tras conocerse que el Índice de Precios al Productor (PPI) de julio subió 0,9% mensual, muy por encima del 0,2% esperado, y un 3,3% anual, su mayor incremento desde febrero. Excluyendo alimentos y energía, la inflación mayorista registró el alza más fuerte en tres años.

Este dato enfrió el entusiasmo que había dominado a Wall Street a mitad de semana, cuando el Índice de Precios al Consumidor (CPI) mostró una inflación en línea con lo previsto, alimentando las expectativas de un recorte de tasas por parte de la Reserva Federal en septiembre. Sin embargo, tras el dato del PPI, el mercado redujo su probabilidad implícita de recorte, inclinándose nuevamente hacia una posible pausa.

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