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Flybondi, la primera aerolínea low cost que se lanzó en el país con la política de cielos abiertos de Mauricio Macri −similar a la desregulación que impulsa Javier Milei−, busca salir de su crisis financiera en esta etapa que inicia con nuevo dueño.
El fondo inversor estadounidense COC Global Enterprise que tiene como CEO y único accionista al empresario argentino Leonardo Scatturice −cercano al Gobierno y con nexos con la SIDE− se hará cargo de la aérea, que en mayo se ubicó tercera en relevancia, con una cuota de 16% del mercado doméstico y 3% del regional. Perdió terreno frente a JetSmart, con una caída interanual de 33% en pasajeros y 10 puntos de mercado.
La entrada de Scatturice no es la primera controversia en sus siete años de actividad. La compañía fue duramente criticada por pasajeros que sufrieron cientos de cancelaciones en los últimos meses, por lo que el Gobierno de la Provincia la sancionó con una multa de $ 200 millones que al final no se hizo efectiva.
Según la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC), registra un índice de cancelaciones de 2,04%, el más alto del país y más del doble que el de JetSmart.
En el sector estiman que necesita, al menos, US$ 30 millones para sanear sus números, motivo por el que suspendió su intención de cotizar en Nasdaq por plazo indeterminado.
Hace menos de un mes, el juez federal Ariel Lijo le requirió información por una denuncia de presunto uso indebido de talleres de mantenimiento de aviones clausurados, lo que derivó en un allanamiento en uno de los pisos de la ANAC.
El proyecto nació en 2008, pero recién se constituyó el 24 de junio de 2016 como Flybondi S.A. −luego FB Líneas Aéreas−, cuando Julian Cook, ejecutivo suizo-británico que se mudó a la Argentina en ese momento, asumió al frente de la empresa tras su paso por la low cost Baboo, con base en Ginebra, Suiza.
Con el fondo Cartesian Capital Group −también de EE.UU. y que ahora será minoritario−, Cook invirtió US$ 75 millones junto a otros socios como Gastón Parisier, fundador de la compañía de regalos Bigbox; exejecutivos de aéreas como Michael Cawley, de la low cost irlandesa Ryanair; y Montie Brewer, de Air Canada; y el académico Robert Wright. La alianza fue clave: además de capital, aportó experiencia en el modelo low-cost, hasta entonces desconocido por la industria argentina.
Con el concepto de precios bajos y la eliminación del piso tarifario que disparó una “guerra de tarifas”, allanó el camino para el ingreso posterior de JetSmart y amplió el mercado a pasajeros que se tomaron por primera vez un avión: el 20% de las 15,5 millones de personas que ya transportó son usuarios que vuelan por primera vez.
En 2017, le otorgaron 85 rutas, atribución que fue cuestionada por la amenaza que significaba para la competencia y los sindicatos, y por no contar en ese entonces aún con una flota operativa.
El 26 de enero de 2018, realizó su primer vuelo entre Córdoba e Iguazú. Progresivamente, sumó destinos desde El Palomar con solo un avión. Llegó a tener cinco que volaban a 22 rutas.
A fines de 2019, vino una nueva etapa. Primero, la low cost le pidió a Cook que se corra del puesto, tras el revuelo que generó su anuncio de que dejaba la Argentina por su enojo con el triunfo electoral de Alberto Fernández.
“Estoy triste por el resultado y no puedo creer que Cristina Kirchner volvió”, escribió en el grupo de WhatsApp “Empresarios por el Cambio”, integrado por ejecutivos que respaldaban al macrismo y derivado de otro más grande, “Nuestra voz”. Fue ahí que asumió el actual CEO, Mauricio Sana.
En segundo lugar, la pandemia le trastocó los panes. En 2020, por nueve meses, pausó su actividad, cuando ya competía fuerte con Aerolíneas Argentinas y conectaba no solo destinos de cabotaje, sino también la Argentina con Uruguay, Paraguay y Brasil.
La vuelta implicó reacomodar la operación desde Ezeiza por el cierre definitivo de El Palomar, aeropuerto que fue investigado por supuesto impacto nocivo socioambiental y que provocó denuncias judiciales contra Mauricio Macri, Mario Quintana y Guillermo Dietrich, acusados de favorecer a las low cost y de habilitarles su propio sindicato, algo inusual en el país.
Más tarde, la operación se dividió entre Aeroparque y Ezeiza bajo el “Plan 2X” de crecimiento, con el que apuntó a duplicar la flota y los pasajeros transportados. Con cuatro aviones, retomó 13 destinos nacionales y cuatro conexiones interprovinciales, y reinició rutas estacionales.
Actualmente, tiene servicio de handling −autoprestación de asistencia en tierra a aviones y pasajeros− en el 80% de las terminales donde opera y en 2024 recibió habilitación para ofrecer servicio de rampa a más aerolíneas.
Emplea a más de 1.500 personas y tiene una flota de 15 aviones Boeing 737-800 NG con 189 asientos de clase única. Opera 27 rutas: 20 a 17 destinos nacionales incluyendo cuatro rutas que no pasan por Buenos Aires, y siete a Brasil.
Recientemente, introdujo conceptos novedosos, como el ticket 2.0 −el primero en el mundo que permite revenderlo o transferírselo a otra persona− y cinco aviones de matrícula extranjera con un tipo de acuerdo en el que se trae a su tripulación. En este caso, vinieron de Lituania y Palma de Mallorca.
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