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La semana corta que siguió a la salida del cepo cambiario finalizó con una cotización del dólar oficial a la baja, que pasó de 1.230 pesos el lunes (Banco Nación minorista, tipo vendedor) a $1.160 el miércoles.
Para el CEO de uno de los principales bancos de la Argentina, tanto el tipo de cambio como la suba de las tasas de interés eran movimientos cantados. “Si hay pocos pesos, es inevitable que suban las tasas”, señaló en off, durante un encuentro reservado, que tuvo lugar al mediodía del lunes.
El ejecutivo se tomó con humor la consulta de cuál es el dólar “de equilibrio” ya que, dijo, “es la pregunta que nadie se anima a responder”. Aun así, se mostró a favor de que el tipo de cambio estimule la exportación.
“Si el nuevo valor de equilibrio se ubica en niveles similares a los del dólar blend de la semana previa a la salida del cepo, me parece que no aguanta. No se va a exportar mucho más que hasta ahora. Tengamos en cuenta que en los últimos días se estaba comenzando a importar asado, de modo que el precio del dólar debería ser un precio que no estimule a que en la Argentina se importe asado. Un dólar de 1.200 pesos o menos es equivalente a lo que era el dólar blend, con poca liquidación de exportaciones y mucha importación”.
¿Por qué es perentorio exportar más? Según sus números, la Argentina hoy exporta por alrededor de 80.000 millones de dólares por año e importa por el equivalente a US$ 70.000 millones. A la vez, genera un desequilibrio de su cuenta corriente por otros US$ 20.000 milones, entre pagos de deuda y el ahorro “en el colchón”. “De modo que estamos en un nivel de desequilibrio de 10.000 millones de dólares por año y para equilibrar eso hace falta exportar más”.
¿Pero un dólar más alto, no generaría a la vez más inflación? Sí, pero por única vez, según la visión de este banquero. “Desarmar el cepo puede traer “alguito” de inflación. Pero nadie pierde una elección por un 1,4% adicional de inflación”, señaló.
Contó que desde afuera se está viendo el proceso de la economía argentina mejor que desde adentro “Ven una gestión ortodoxa, con superávit fiscal y una importante reducción del gasto público. Acá también eso se mira pero también se pone el foco en las reservas del Banco Central, con el sector energético y rural con buen ritmo pero con la industria no tanto, y con una inflación que bajó pero que a la vez no cayó tanto. Todo esto, en un país donde de cada diez años, en nueve hubo déficit fiscal. ¿Es una vez más? Hay fundamentos para pensar que esta vez será diferente”, dijo.
En cuanto a la economía, desde la entidad que preside tienen pronóstico de crecimiento del PBI para este año de entre 5,1% y 5,2% , “una recuperación que estará liderada por la inversión más que por el consumo. Pero el PBI por habitante sigue siendo bajo. Aun tras la baja de la pobreza, tenemos 37% de la población por debajo de la línea de pobreza, cuando el mundo ya dio vuelta esa página”.
Lo que debería venir hacia adelante, agregó mientras el encuentro finalizaba, es la “desinflación impositiva”, que dijo debería extenderse a provincias y municipios. “La tasa de Seguridad e Higiene de los municipios ronda el 7,5% y la Ingresos Brutos de las provincias es del 8%. Esos dos impuestos equivalen dos veces a lo que un banco paga de Impuesto a las Ganancias y equivale dos veces a todos los sueldos que paga. Si un municipio cobra 7,5% y otro cobra ,065%, once veces menos, como se está viendo hoy en el Conurbano, comienza una competencia interna por quién cobra menos impuestos. Ahora viene la sintonía fina, hemos perdido mucho tiempo”.

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