La vida en la política puede ser efímera o perpetua, dependiendo de las intenciones, capacidades y posibilidades de cada actor político. Existen múltiples ejemplos que demuestran cada uno de estos dos períodos de durabilidad en el ámbito público. Generalmente, y como ya lo ha manifestado en variadas oportunidades el presidente Milei, el político busca vivir eternamente a expensas del ciudadano de a pie.
Muchas veces para lograr este objetivo el político no titubea en incurrir en inescrupulosas estrategias que conllevan la pérdida total de diversos valores: la integridad, la moral, la defensa de las ideas, la lealtad hacia un partido y al electorado, el sostenimiento de la propia palabra, etc.
En este sentido, la concreción de esta inmoral transformación se produce o se acelera cuando las contiendas electorales empiezan a aproximarse en el calendario político, intensificándose este proceso cuando hay cargos públicos (o su renovación) en juego. En muchas oportunidades, incluso, se persigue el establecimiento forzado de alianzas electorales entre partidos disimiles ideológicamente para poder obtener un buen resultado en las urnas.
Después de todo, el político sólo piensa en salir victorioso en las elecciones. Un caso particular que refleja todas estas cuestionables consignas es el de Rodrigo De Loredo. De génesis radical, este ambicioso legislador pudo abrirse camino hacia el éxito político mediante controvertibles maniobras y maneras de proceder.
En su historial, apadrinado por su suegro Oscar Aguad (a quien años más tarde traicionaría para intentar no perder su propio cargo público como presidente de ARSAT, destruyendo para siempre la estrecha relación de cercanía que tenía con su suegro, ante el miserable intento de socavarlo), De Loredo supo sortear diversos obstáculos mediante desleales atajos que le facilitaron su ascenso al poder.
Sin ir más lejos, fue gracias a la relación personal con su suegro que pudo evitar la tradicional postergación del radicalismo para que los cuadros políticos propios (generalmente los más jóvenes del partido) puedan acceder a cargos públicos: contrariamente a esta "costumbre" que tienen los boinas blancas, en el año 2011 un joven Rodrigo De Loredo accedió a una banca en la Legislatura de Córdoba, con tan sólo 31 años. Toda una novedad del centenario partido en cuanto a su permisividad con los propios para conseguir un temprano cargo electivo.
Para el año 2019, De Loredo debió contentarse con ser electo como Concejal de la Ciudad de Córdoba (cargo al que renunció, deshonrando el mandato ciudadano para el cual fue elegido) ante el fracaso en la concreción de otro ambicioso proyecto político para ese mismo año: ser intendente de dicha ciudad.
La financiación para esa campaña lo dejó literalmente en la ruina, adeudando millones en pauta prometida a los medios de comunicación locales que oficiaban como sus mecanismos de propaganda. Esta deuda sería solventada en el año 2021, con dinero que Emiliano Yacobitti aportó para su campaña como candidato a Diputado Nacional por Juntos por el Cambio.
Cabe recordar que De Loredo terminaría traicionando tiempo después a su mecenas al cultivar una cercana relación con el ex presidente Macri, con quien Yacobitti tiene una pésima relación.
Hoy en día, el legislador radical enfrenta la situación de buscar la renovación de su banca en el Congreso. Este escenario se le presenta en un decadente momento para el radicalismo en cuanto a intención de votos se refiere: en promedio (de acuerdo a la mayoría de las encuestas), sólo un 5% del padrón estaría dispuesto a apoyar al centenario partido en las urnas a nivel nacional.
Consciente de esta inanición electoral por parte de su propio partido, De Loredo ha establecido convenientemente cierta cercanía con el oficialismo nacional desde el año pasado, dispuesto a “tender puentes” (colaborando, estratégicamente y según su propio beneficio, con algunas políticas y proyectos parlamentarios impulsados por La Libertad Avanza) que le aseguren la realización de una surrealista intención evidente, que cada vez le cuesta más trabajo poder disimular: el establecimiento de una alianza electoral entre La Libertad Avanza y la UCR, con él encabezando la boleta de candidatos a Diputados Nacionales de la provincia de Córdoba.
Este es el panorama soñado por De Loredo para no verse condenado al ostracismo político, teniendo que renunciar a competir únicamente bajo el sello de su partido para no sufrir la vergüenza de obtener un ineludible cuarto lugar en su propia provincia, más teniendo en cuenta su voluntad de ser candidato a gobernador en el año 2027.
Una dura derrota, como la que irremediablemente le espera, reduciría a cenizas su fuerza para presentar una fórmula gubernamental competitiva para tratar de destronar al peronismo en el Ejecutivo cordobés.
Justamente este contexto de inevitable derrota es el que más le aterra y es por eso que su intención unilateral es formalizar una alianza electoral forzada con La Libertad Avanza, arrogándose despóticamente la representatividad del radicalismo cordobés y utilizando discrecionalmente al sello como un objeto de su propiedad, siempre en detrimento de los objetivos de otros dirigentes locales de peso del partido.
Sin embargo, este oportunista y futuro ex diputado nacional confía absurdamente en la manifestación de una realidad que le posibilite la concreción de su anhelo: una voz en off le confesó a este medio que De Loredo espera poder capitalizar un eventual traspié del gobierno nacional y apuesta a la materialización de resultados adversos y negativos para el oficialismo en los próximos 45 días, para que desde La Libertad Avanza se acerquen a suplicarle que encabece la lista de candidatos a diputados nacionales por la provincia de Córdoba, confiando en que su sola imagen puede garantizar el triunfo.
De manera indiscutible se puede evidenciar su nivel de desesperación, que lo conduce a fantasear con escenarios de nula posibilidad de ocurrencia. Además, ignora por completo la aversión que tiene la totalidad del electorado libertario a formalizar una alianza con un partido cuya ideología se ubica en las antípodas de los valores y filosofía que promueve La Libertad Avanza.
En este sentido, desde el oficialismo no están dispuestos a traicionar a su electorado por la obtención de un par de puntos que le puede aportar el radicalismo en las elecciones de octubre, cuya participación electoral será únicamente simbólica, testimonial y anecdótica.
Asimismo, la UCR en Córdoba tiene la intención de presentar candidatos puros, provenientes sólo del mismo partido. No están dispuestos a compartir una boleta con candidatos de un espacio político totalmente disímil y heterogéneo, y la mayor parte del electorado radical cordobés expresa exactamente lo mismo.
No son espacios compatibles que puedan convivir armoniosamente dentro de un mismo proyecto político, consideración que ignora De Loredo en su afán por no ver terminada su carrera política, a expensas de dinamitar incluso a su propio partido.
El legislador desconoce los valores del oficialismo, el cual no busca construir un proyecto de poder, sino la transformación de un país devastado, en parte por el fracaso de algunos gobiernos radicales que él mismo reivindica.
En consecuencia, en la provincia más antikirchnerista del país el aporte del radicalismo a La Libertad Avanza es prácticamente inexistente, principalmente en términos de caudal electoral.
Asimismo, la contribución de De Loredo también es completamente nula, más allá de poder aportar sólo principios que desde La Libertad Avanza se condenan enfáticamente, como la traición, el oportunismo, la deslealtad, el ventajismo, la mentira, la falta del sostenimiento de la palabra, la avaricia de poder, el incumplimiento de promesas y compromisos previamente asumidos o el liderazgo personalista.
Sin embargo, el próximamente desempleado legislador insistirá hasta las últimas consecuencias con el establecimiento de una alianza electoral que evite su temprana jubilación, pero su intención quedará como un simple recuerdo de una desesperada y lamentable estrategia política que, afortunadamente, nunca se materializó.
Así las cosas, De Loredo es un actor del pasado buscando sobrevivir en una película actual y la UCR representa solamente una sigla más que un partido político con ideas innovadoras que contribuyan a cambiar positivamente la realidad del país.